Imaginá una canoa, allí te encontrás, en medio de un desierto de agua. Una fuerte tormenta acecha, las olas golpean con intensidad la madera que te mantiene a salvo. Remás lo más fuerte que podés, las gotas frías caen sobre vos, en tu frente blanca y al descubierto. El viento te zamarrea de un lado a otro pero lográs mantenerte firme, remando, como siempre. Entonces pensás y pensás. ¿Cuándo una tormenta fue eterna? Las tempestades siempre cesan, esas nubes negras que producen inquietudes y malestares, se van como vienen. Solo queda soportar, pararse firme y enfrentarla. Mirarla a los ojos aunque no tenga y demostrarle que sabés cual es su debilidad: el tiempo. Pero también sabés que el tiempo es tu rival, el de todos. Para la lluvia, que terminará yéndose y disolviéndose, y para vos, que acabarás envejeciendo…derrotando una y otra tormenta pasajera. Porque de eso se trata la vida.
3 comentarios:
¡Excelente! Una reflexión que nos golpea, pero debemos "campearla" y seguir remando... Un gusto conocer tus letras. Volveré...
Gracias Diana, justo estaba leyendo tu blog, muy lindo. Me encantan tus pinturas *-*
La vida es diferente en cada momento, ningún momento es eterno.
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