Lo que espero, sea una historia interesante..
Largas bocanadas de humo negro
expulsaba la vieja locomotora que me alejaría de la capital. No viajaba mucha
gente, el andén que conseguí estaba semivacío y pude sentarme cómodo en un
lugar junto a la ventana. Dejé el libro que había comprado en la estación
minutos antes para leer durante algún tramo del viaje a un lado del asiento y,
apoyando la pera sobre mi mano derecha, me puse a observar por la ventana.
Creo que la vista que se obtiene
viajando en tren es hermosa, generalmente porque éste pasa por pueblos pequeños, por
campos, por lugares donde se pueden divisar montañas y ríos a lo lejos, y
también, claro está, por ciudades aglomeradas de gente en las estaciones. La
diversidad de paisajes es hermosa.
Escuchar la marcha del tren siempre
me tranquilizó, de noche se percibe aún más cuando los pasajeros dormitan y
solo la máquina pareciera mantenerse despierta. Hay veces, cuando la luna
brilla más que nunca y las estrellas titilan en las alturas, en que viajar en
tren parece un viaje al universo, a la eternidad.
Muchas veces también me intriga
descifrar esa cuestión de “cada persona es un mundo”, veo a los viajantes y me
pregunto qué clase de viaje realizarán, cuáles son sus problemas, cuáles sus
temores, cuáles sus sueños, cuáles sus motivos. A pesar de que vivimos en
sociedad, eso me hace entender lo individual y solitario del ser humano.
Entre tanto pensamiento, uno tiende
a quedar medianamente dormido, cada tanto mueve el cuello, cambia de posición y
hasta abre los ojos un segundo para constatar que el tren sigue ahí. Sin
embargo yo me quedé profundamente dormido, y cuando desperté, me di cuenta de
que no había hecho nada de lo que mencioné previamente.
En cuanto me desperté, ya había
llegado a destino.
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