Cuando el sol bañe tu
piel
recordá que siempre
vendrá una llovizna,
mas si ésta se
transforma en tormenta
y te sentís ahogado,
aprendé a nadar.
Nadar, sí, eso es la
vida.
Los animales lo hacen
mediante su instinto,
nosotros, como un don
o un castigo de la vida,
lo debemos hacer
mediante el aprendizaje.
No temas a las aguas
profundas,
siempre podrás salir
a flote
si lográs bracear
para llegar a la superficie
y recordar lo hermoso
que era el sol bañando tu piel.
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