A veces el día refleja el estado de ánimo del alma. Es tan simple pensar que cuando está lluvioso, también hay una tormenta de tristeza dentro de nosotros, como que cuando hay sol, revivimos las esperanzas con la ilusión de que nos ilumine hasta los rincones más oscuros del interior. Pero al caer la noche, cae la fantasía y la utopía que el brillo externo artificialmente nos brindó. En la penumbra, el alma brilla y vomita todos sus pesares y deseos.
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