1984 - George Orwell

1984 - George Orwell
Sinopsis: Tras años trabajando para el Ministerio de la Verdad, Winston Smith se va volviendo consciente de que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son sólo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno, y descubre la falsedad intencionada de todas las informaciones procedentes del Partido Único. En su ansia de evadir la omnipresente vigilancia del Gran Hermano (que llega inclusive a todas las casas) encuentra el amor de una joven rebelde llamada Julia, también desengañada del sistema político; ambos encarnan así una resistencia de dos contra una sociedad que se vigila a sí misma.
 Juntos Winston y Julia se afilian a la Hermandad, un grupo de resistencia dirigido por Emmanuel Goldstein, un personaje casi tan ubicuo y omnipresente como el propio Gran Hermano, el Enemigo del Pueblo y escritor de El Libro, el cual Winston lee hasta llegar a comprender los mecanismos del doblepensar, herramienta base de dominación del Partido.
 A través de una historia intrincada, con temas como el lavado de cerebro, el lenguaje, la psicología y la inventiva encaminados al control físico y mental de todos los individuos, la educación totalitaria de la juventud, etcétera, Orwell relata la historia trágica y emancipadora de Winston Smith y Julia, quienes tratan de escapar de un sistema donde la intimidad y el libre pensamiento están prohibidos.
Opinión:  Me habían dicho que, de las 3 distopías, dejara ésta para lo último porque terminaría opacando a las obras de Bradbury y Huxley. Hice caso y leí previamente aquellos libros inolvidables que ya reseñé en el blog. Si bien les tengo gran cariño, en particular a Fahrenheit, libro que me metió en el camino de ida  y sin retorno de la literatura, tengo que admitir que 1984 es una OBRA MAESTRA. El libro de Orwell puede ser interpretado como una simple crítica al poder de turno que lo gobernaba a él. Pero la genialidad de la obra va más allá de eso, nos mete en un futuro que, aún no llega (o quizás ya esté), donde la intimidad se ha perdido absolutamente, donde se obliga a las personas lo que tienen que decir, donde la vigilancia por parte del Partido es absoluta, donde se modifican los libros y diarios de la antigüedad para dejar siempre bien parado y como héroe al Gran Hermano. Lo más increíble de todo es que Orwell, a través del protagonista, nos hace sentir que jamás podrán escarbar en lo más profundo del ser humano por más que traten de controlarlo "superficialmente". ¿Será esto realmente cierto? ¿Llegará el día en que ya no nos queden intenciones de rebeldía, que ya no nos queden intenciones de sentir que somos únicos y no un todo? ¿Llegará el día en que el poder terminará absorbiendo hasta nuestros temores y sueños más profundos? Descúbranlo leyendo esta novela.
Sin dudas es para relectura, principalmente por los excelentes diálogos con planteamientos políticos y religiosos,  por el famoso libro de Goldstein que está muy interesante y por el contexto que Orwell nos plantea que, puede que algún día, no sea tan imposible como parece.

Amanecer

 Amanecer - Jorge Luis Borges

En la honda noche universal
que apenas contradicen los faroles
una racha perdida
ha ofendido las calles taciturnas
como presentimiento tembloroso
del amanecer horrible que ronda
los arrabales desmantelados del mundo.
Curioso de la sombra
y acobardado por la amenaza del alba
reviví la tremenda conjetura
de Schopenhauer y de Berkeley
que declara que el mundo
es una actividad de la mente,
un sueño de las almas,
sin base ni propósito ni volumen.
Y ya que las ideas
no son eternas como el mármol
sino inmortales como un bosque o un río,
la doctrina anterior
asumió otra forma en el alba
y la superstición de esa hora
cuando la luz como una enredadera
va a implicar las paredes de la sombra,
doblegó mi razón
y trazó el capricho siguiente:
Si están ajenas de sustancia las cosas
y si esta numerosa Buenos Aires
no es más que un sueño
que erigen en compartida magia las almas,
hay un instante
en que peligra desaforadamente su ser
y es el instante estremecido del alba,
cuando son pocos los que sueñan el mundo
y sólo algunos trasnochadores conservan,
cenicienta y apenas bosquejada,
la imagen de las calles
que definirán después con los otros.
¡Hora en que el sueño pertinaz de la vida
corre peligro de quebranto,
hora en que le sería fácil a Dios
matar del todo Su obra!
Pero de nuevo el mundo se ha salvado.
La luz discurre inventando sucios colores
y con algún remordimiento
de mi complicidad en el resurgimiento del día
solicito mi casa,
atónita y glacial en la luz blanca,
mientras un pájaro detiene el silencio
y la noche gastada
se ha quedado en los ojos de los ciegos.

Poema

En la brecha

¡Ah desgraciado si el dolor te abate,
si el cansancio tus miembros entumece!
Haz como el árbol seco: reverdece
y como el germen enterrado: late.
Resurge, alienta, grita, anda, combate,
vibra, ondula, retruena, resplandece…
Haz como el río con la lluvia: ¡Crece!
Y como el mar contra la roca: ¡Bate!
De la tormenta al iracundo empuje,
no has de balar, como el cordero triste,
sino rugir, como la fiera ruge.
¡Levántate!, ¡Revuélvete!, ¡Resiste!
Haz como el toro acorralado: ¡Muge!
O como el toro que no muge: ¡Embiste!

José de Diego

Poema


Siempre nos piden que entendamos
El punto de vista de los otros
Sin importar si es anticuado
Necio
Asqueroso.
A uno le piden
Que entienda
Amablemente
Todos los errores de los otros,
Sus vidas desperdiciadas,
Sobre todo si son de edad avanzada.
Pero su edad es lo único
En lo que nos fijamos.
Han envejecido mal
Porque han vivido sin enfoque
Se han negado a ver .
¿Que no es culpa suya?
Se me pide que oculte
Mi opinión ante ellos
Por miedo a su miedo.
La edad no es un crimen
Pero la vergüenza de una vida
Deliberadamente desperdiciada
Entre tantas vidas
Deliberadamente desperdiciadas
Sí lo es.
 Charles Bukowski 

Nota en la que sale mi nombre :O


En esa nota sale mi nombre, salí segundo en el concurso "Uniendo fronteras 2011" que organizó el Instituto Cultural Latinoamericano. En esta entrada relato como fue esa noche: Crónica de una noche juninense


Este es el cuento con el que participé:


Melquíades, el inmortal

La tarde caía lentamente, la temperatura lo hacía al mismo ritmo. El césped verde tomaba tonalidades rojizas debido al inmenso sol que se ocultaba. El anciano dio varias pitadas a su pipa y se dispuso a sentarse. El joven salió de la casa y tomó asiento a su lado. Ya era costumbre, el atardecer era una ley que los obligaba a dialogar, filosofar y contemplar la maravillosa naturaleza del extenso campo que habitaban. Se acompañaban mutuamente puesto que no tenían a nadie más en el mundo.
_ ¿De que hablaremos hoy abuelo? – preguntó el joven impaciente al tiempo que preparaba el mate. El viejo, de una espesa barba blanca, contaminó el exterior con todo el humo que había contenido en sus pulmones y se preparó para hablar.
_ Hoy no hablaremos de política, ni de filosofía. Simplemente te contaré una historia, mejor dicho, una leyenda. La misma ha pasado de generación en generación. – el chico se impacientó, los cuentos del abuelo solían ser bastantes complejos y pocas veces les encontraba la enseñanza o la moraleja que si hallaba en Marx o John Locke. Se tomó un mate muy caliente y muy amargo. Luego le cebó uno al hombre que hablaba paulatinamente.
Esta historia nos lleva a la vida de Melquíades, quién vaya a saber uno donde nació y en que época vivió. Se dice que nunca conoció a sus padres y que vivió como nómade en tribus gitanas de un lugar a otro, sin un hogar fijo. A los cuatro años era capaz de leer y escribir cual joven de quince años. Su mente estaba tan desarrollada que llegó a asustar a los viejos sabios y líderes que lo acompañaban en sus viajes.
En aquel entonces la gente era muy prejuiciosa, como ahora. Por ser diferente, se lo veía con ojos de envidia y odio como si se tratara del hijo de los demonios. A Melquíades poco le importó. Había llegado a comprender la naturaleza humana y sus pensamientos. Él mismo se consideraba más allá de la especie. Se consideraba de otra raza.
A los quince años, se enamoró de una joven gitana con la que jugaba desde que se unió a la tribu. La muchacha siempre estuvo fascinada por su complejidad intelectual, a diferencia del resto, ella lo admiraba. Era bastante fácil darse cuenta que era un amor correspondido y lleno de lujurias.
Cierto día, Melquíades mostró su último experimento. Alzó sus manos apuntando a un árbol y, a los pocos segundos, las manzanas que de éste se sujetaban tomaron un brillo dorado que hasta el sol envidiaba.
Fue entonces cuando Melquíades se convirtió en el líder. Los gitanos habían quedado tan exaltados y entusiasmados que lo tenían como un dios viviente. Lo admiraban aún más que al viejo jefe que llevaba siempre consigo el pergamino sagrado que había perdurado de generación en generación.
Poco les gustó el prestigio del mago a los grandes reyes. Menos a las iglesias que lo consideraban hereje y maldito. Fue perseguido, su cabeza llegó a valer grandes lingotes de oro.
Al cabo de cinco años, la tribu fue asesinada por aquellos extremistas que buscaban la cabeza del protagonista de esta historia. Melquíades, quien había visto ese inminente presente en su cabeza días atrás, llegó a salvar a su amada. Se refugiaron en “el bosque de los manantiales dorados”. Un lugar creado por los poderes del mago, donde el agua era dorada y los árboles plateados. Pasaron diez años en aquel lugar. Ella extrañaba considerablemente a sus parientes pese al amor que sentía por su único compañero. Melquíades, frustrado, sacó la tristeza de su interior como si fuera una espesa masa de humo y la aspiró.
Pasaron los meses, Rebeca, así se llamaba ella, se encontraba más feliz que nunca, era inmune a los sentimientos grises. Sin embargo, el mago estaba deteriorado. No había vuelto a sonreír. Había cambiado su bienestar por el de ella. “Lo hago por amor, no me arrepiento” se decía una y mil veces. Y es que había sacrificado gran parte de su optimismo, de su inteligencia y su magia por un extraño sentimiento que rodeaba su corazón.
Cierto día salió a caminar, los árboles plateados eran todos tan idénticos que los aborrecía. “pensar que yo los cree” se decía. “Ahora entiendo como se siente dios”. Caminó sin prisa ni pausa hasta encontrar una vieja cueva. Tan antigua que su recuerdo no la hallaba y juró no haberla creado. Lleno de intriga, aquella que no había sentido desde hacía tanto tiempo, se adentró. Gracias a su magia, sus uñas empezaron a brillar y alumbraron el oscuro interior de aquel recinto. Caminó despacio por un largo túnel. Estaba anonadado, no podía creer que, dentro del bosque donde todo había sido producto de sus poderes, existiera algo fuera de su lógica.
Los diez minutos más largos transcurrieron en aquella caminata. Finalmente llegó al final de la cueva. Era una especie de habitación que se habría tras el lúgubre pasillo, de forma redonda pero con la misma precariedad de todo el lugar. Melquíades se detuvo allí. Un gran pergamino estaba colgado en la pared, él se acercó para leerlo. “El secreto de la inmortalidad” era el título del mismo. Su mente empezó a hacer combustión y recordó aquel título. El líder de los gitanos había sido el único en leerlo, los demás lo tenían prohibido hasta que estuvieran cerca de la muerte. Ni siquiera cuando fue líder pudo poner una mano sobre aquel pergamino, era lo único que tenía prohibido. Todos habían sido exterminados sin poder apreciar aquel manuscrito, excepto él. Como un niño travieso se aventuró a abrirlo y leerlo, esperando un largo texto. Sin embargo se encontró con frases bastante breves, aún así las leyó detenidamente. “Si lees este pergamino es porque quieres saber el secreto de la inmortalidad. Perdurar a través de las épocas y las personas. Ser como el viento que nunca muere. La inmortalidad se consigue gracias a la mente. Legará un día en que tu cuerpo será derrotado ante las fuerzas de la naturaleza, sin embargo a través de la mente es posible ser eterno. Mientras no seas olvidado, jamás morirás. Puede que vivas como una leyenda, como un villano o un héroe. Pero vivirás a través de las edades futuras, del tiempo de vida natural de las personas y llegarás a estar siempre en el mundo de la consciencia. Vivirás nuevas aventuras en las mentes futuras, en los mundos creados a través de la imaginación. El secreto de la inmortalidad es no ser olvidado jamás”
Melquíades no entendía como algo tan simple podía ser el secreto de la vida eterna. Entonces recordó el fatídico día en que asesinaron a todos y recordó claramente que el pergamino había sido quemado por una flecha encendida. Se dio cuenta que el rollo estaba ahí, frente a sus ojos en una extraña cueva, porque él lo recordaba y siempre había querido saber que decía. Sin embargo, no lograba entender como se conservaba el contenido de su interior, puesto que él nunca lo había leído, por lo tanto nunca lo había recordado, era información olvidada, muerta.  Fue entonces cuando Rebeca entró en escena. Ella había tenido que leer el pergamino por obligación del viejo gitano, quien sabía que pronto serían exterminados, puesto que estaba al tanto que la iglesia los perseguía por culpa de Melquíades.
_ El contenido del pergamino no se olvidó, yo siempre lo recordaré. Por eso está vivo. – comentó serenamente.
_ También creaste esta cueva ¿no?
_ Así es, es un lugar sagrado que inventé.
_ Entonces, ¿también sos una maga? – preguntó Melquíades consternado.
_ Todos lo somos. Es el poder de la imaginación. Vos estás dentro de mi mundo, creado por mis pensamientos. Afuera, está el mundo que vos creaste, y más afuera aún, el mundo “normal”, que seguramente también haya sido creado por otra mente y así sucesivamente. Es todo un círculo vicioso. – comentó ella con extrema sabiduría.
Melquíades finalmente lo comprendió. Toda su vida había sido un farsa, él no era un mago. Quizás no era real. Era producto de una mente, de una imaginación. Toda su vida no era suya, no era más que un personaje.
Corrió desesperado y asustado. Abandonó a Rebeca para siempre. Salió de la cueva y se encontró en el Bosque plateado, lo que le produjo más miedo aún. Quizás ese mundo tampoco había sido creado por él. Eso es lo que le había hecho creer la mente que le dio vida. Salió entonces al mundo real,  al menos era el mundo donde él había nacido, donde los reyes aún lo perseguían. Pero quizás ese mundo también había sido creado como un contexto idóneo para desarrollar sus poderes.
Frustrado Melquíades visitó pueblos y caminó miles y miles de kilómetros, esperando algún día salir de los laberintos de la mente. Lo cual jamás conseguirá.

_ Mucho menos ahora que yo te conté el relato – comentó el abuelo mientras reía a carcajadas. – Melquíades seguirá siendo eterno, ahora también vive en tu mente.-El joven finalmente comprendió el cuento y sonrió.
_ Así es, Melquíades es inmortal.

Fin

frase

“[…] en cuanto descubras qué es lo que quieres, […] comenzarás a acercarte, si ése es tu deseo y tu esperanza, a un tipo de conocimiento muy querido de tu corazón. Entre otras cosas, verás que no eres la primera persona a quien la conducta humana ha confundido, asustado, y hasta asqueado. Te alegrará y te animará saber que no estás solo en ese sentido. Son muchos los hombres que han sufrido moral y espiritualmente del mismo modo que tú. Felizmente, algunos de ellos han dejado constancia de su sufrimiento. Y de ellos aprenderás si lo deseas. Del mismo modo que alguien aprenderá algún día de ti si sabes dejar una huella. Se trata de un hermoso intercambio que no tiene nada que ver con la educación. Es historia. Es poesía.”

J.D Salinger (El guardián entre el centeno)

Crónica de una noche juninense.


La semana se hizo corta, entre exámenes finales día por medio, mis pensamientos no podían hacer otra cosa que limitarse al estudio sobre cable coaxial, fibra óptica, interrupciones, microprocesador, palabras en inglés técnico, etc. En parte me ayudó, sabido es que mi ansiedad suele desbordarme. Por suerte no tuve tiempo para pensar en aquella noche de sábado que se aproximaba lenta pero irremediablemente y que pronto se cruzaría en mi camino, ese camino que tanto había anhelado recorrer.
            Los finales tuvieron notas satisfactorias para mí. Fue un gran relajo el saber que ya me los había sacado de encima, al menos algunos. Pero esa tranquilidad me duró poco. Fue algo artificial que fue desbordado por la naturaleza de mi inquietud e impaciencia interna. Es que la noche de sábado en Junín era lo más próximo que quedaba ahora en el horizonte de mi futuro. Ya no había exámenes que me distrajeran un rato ni días que calmaran los nervios. Ese día 26 estaba a la vuelta de la esquina esperando agazapado para encontrarme y yo, una licuadora de sentimientos, esperaba también por encontrarme con él.
            Viajamos a Junín con la familia. Esa que siempre me bancó. Mamá, papá, hermano, abuela, tía. Todos éramos un manojo de nervios o quizás era solo yo el que los miraba con mis ojos excitados y desbordados.
            Y pronto nos encontramos frente al salón Luz y Fuerza, el lugar donde me esperaba el concurso. Entramos y la hospitalidad de los organizadores fue totalmente grata. Me entregaron los 5 discos con los cuentos y las poesías de los participantes y luego nos sentamos en una de las mesas que habían preparado con antelación.
            Poco a poco se fue llenando el lugar y los lugares. En nuestra misma mesa se sentó un enigmático hombre de unos treinta años o quizás más. Era de Campana y se mostró sumamente carismático, como Melquíades en Cien años de soledad. Participaba en el mismo concurso que yo y también en el género narrativa. Él guardó mi nombre en su memoria y yo hice lo propio. Seguramente terminaríamos leyéndonos más adelante.
También se sumó a la mesa una pareja de casados provenientes de La Plata. La señora era escritora de poesía. Charlamos de diversos temas, por ejemplo, ella me contó de su complicación para escribir narrativa y yo le conté de la mía para escribir poesía.
            Luego de que la directora del instituto se presentara comenzó la premiación. Un hombre frente al micrófono iba nombrando a los ganadores. Empezando con poesía, hubo ganadores de todas partes del país y de más allá de las fronteras de Argentina también.
            Finalmente tocó al género narrativa. Primero comenzaron con las menciones de honor. Luego quedaban los 5 primeros premios donde se suponía que yo me encontraba. Fueron pasando algunos nombres y el mío no se encontraba entre ellos. Solo quedaban 2 premios. Empecé a sentir nervios e intranquilidad. Se suponía que el ganador debía hablar a través del micrófono para explicar sus sensaciones. Las probabilidades de que yo ganase estaban. Jugaba con mis manos al tiempo que miraba fijo al locutor. En mi mente, días atrás, había imaginado como sería mi pequeño discurso en caso de ganar.
            “Bueno, primero muchas gracias al instituto por dejarme participar, también quiero felicitar al resto de participantes porque estoy seguro que han hecho un gran trabajo y que enviaron sus obras llenos de esperanzas, optimismo, ilusiones proyectadas en esta noche, porque es como dijo Borges: “La literatura no es más que un sueño dirigido”.
            También se cruzó por mi mente la idea de hacer un homenaje a García Márquez diciendo “Muchos años después frente al resto de participantes, Andrés Guaranelli habría de recordar aquella tarde remota en que leyó su primer libro […]”. Ésta segunda opción era bastante improbable que hubiera sido dicha por mí, pero me parecía simpática.
En fin, llegó el turno de nombrar al segundo premio. Mi nombre resonó por los parlantes. Había salido segundo en el primer concurso en el que participaba. Todo un orgullo. Me puse de pie y me dirigí al frente. Puede que mis piernas temblasen en aquel momento pero, la verdad, no lo recuerdo. Por dentro me decía “Bueno, siendo el segundo no tengo que hablar, basta con una foto con la directora y listo”. AL acercarme y recibir el diploma y la medalla, Rosana Silva me dijo “Sos muy joven, decí algo”. Me enfrenté al micrófono y todo lo que había pensado previamente se chocó entre sí en mi mente. Solo dije “Gracias, la verdad que no me lo esperaba, estoy nervioso…. No me lo esperaba”. Un discurso bastante patético para quien se supone que sabe escribir medianamente bien un cuento. Pero al parecer cayó bastante simpático al público.
            El ganador del primer premio fue el hombre de Campana que se sentaba en nuestra misma mesa. A diferencia de mí, el dio un discurso breve pero genial sobre el arte de escribir. Nos felicitamos una vez llegó a la mesa.
            Luego charlamos durante la cena de diversos temas en los que él citó a Dolina, Fontanarrosa, Rimbaud, etc. Una de esas personas con las que te podés quedar charlando toda la noche. Simple, carismático y con un cerebro y un léxico de esos que te atrapan. Una persona con la que da gusto charlar.
            Finalmente nos fuimos de allí, miré atrás y me di cuenta que jamás olvidaría aquella noche juninense.

Malos despertares




Un temazo. Poesía pura. Acá dejo la letra:

Incomprensible que hacer
lo que hay que hacer pa comprender
si tropiezas con rayos de luz
de mis ventanas
Impresumible vencer
con las cositas del querer
traje necesario para caer
Despiertan mis males
con mis malos despertares
si ha de doler el mañana
que no sea mañana por la mañana
que dormirme tanto
es un canto al desencanto
hasta cuando ha de durar
y mientras tanto, y mientras tanto
no hubo nunca nada, nadie
adios me quedo a esperarme
si tropiezas con rayos de luz
de mis ventanas
Impresumible vencer
con las cositas del querer
traje necesario para caer
Despiertan mis males
con mis malos despertares
si ha de doler el mañana
que no sea mañana por la mañana
que dormirme tanto
es un canto al desencanto
hasta cuando ha de durar
y mientras tanto, y mientras tanto

Canción de hielo y fuego en Argentina


Así es, las novelas de Martin que fueron adaptadas en la excelente serie de HBO que comenté acá serán editadas para toda sudamérica. Una gran noticia sin dudas.


En la web ya pusieron toda la información:



El primer volumen Juego de Tronos estará en librerías el 1° de diciembre
Random House Mondadori anuncia el lanzamiento de Canción de hielo y fuego, la aclamada saga de George R.R. Martin.
La saga que vendió más de 10 millones de copias en todo el mundo y fue llevada a la televisión por HBO alcanzó el puesto número 1 de la lista de best sellers del New York Times en julio de este año y constituye una genuina obra maestra de la fantasía moderna, poniendo al alcance de los lectores lo mejor que el género tiene que ofrecer.

Magia, misterio, intriga, romance y aventura inundan estas páginas y nos transportan a un mundo imaginario. Consagrado como un texto clásico, la impresionante saga de Martin está destinada a convertirse en uno de los más grandes logros de la ficción fantástica y se erige ya como uno de los grandes fenómenos de ventas a nivel mundial con traducciones en más de 30 idiomas.

El primer título de la saga: Juego de tronos narra que en un tiempo olvidado, muchísimos siglos atrás, un fenómeno inexplicable trastocó el ritmo natural de las estaciones. En el mundo de los Siete Reinos, donde los veranos pueden durar décadas y los inviernos una vida entera, los problemas siempre se ciernen sobre aquellos supeditados a condiciones climáticas radicales e inesperadas.

El frío regresa, y en las inmensidades desiertas y congeladas del norte de Poniente, fuerzas siniestras y sobrernaturales se concentran más allá del Muro del Norte, un muro de hielo de decenas de metros de altura y espesor que cruza todo el continente de este a oeste y que protege a los reinos civilizados de los pueblos bárbaros. Los guardianes del Muro son los Hermanos Negros de la Guardia de la Noche, un cuerpo policial-militar con aires de orden religiosa que ofrece una segunda oportunidad de llevar una vida honorable a proscritos y condenados.. Justo en el centro del conflicto se encuentran los Stark de Invernalia, una familia tan severa e implacable como la tierra que los ha visto nacer. En su transición de un tiempo brutalmente frío a un lejano reino veraniego, se cuenta una historia de lores y damas, soldados y hechiceros, asesinos y bastardos, que se reúnen en tiempos de augurios lúgubres y desalentadores.

Entre intrigas y conspiraciones, tragedias y traiciones, victoria y terror, la fe de los Stark, sus aliados y sus enemigos se debilita a medida que cada uno se esfuerza para ganar la más mortal de todas las batallas: el juego de tronos.

En 1997 Juego de tronos ganó el Premio Locus y en 1998 fue nominada al Premio Nébula y al Premio Mundial de Fantasía. La novela corta La sangre del dragón, que comprende los episodios sobre Daenerys Targaryen incluidos en Juego de tronos, ganó el Premio Hugo en 1997 y el Premio Ignotus como mejor novela en 2003.

La saga completa se irá publicando a lo largo de 2012, empezando por Juego de Tronos, Choque de reyes, Tormenta de espadas, Festín de cuervos en junio y finalmente Danza de dragones .
No es que la gente esté obsesionada con el género, sino que están obsesionados con Martin, con el mundo que ha creado... Los libros de George generan adicción, por la complejidad de su planteamiento y porque todos esos personajes, a pesar de habitar un mundo de fantasía, piensan y sienten como seres humanos..."
David Benioff, guionista y productor ejecutivo de la serie de HBO

Los paisajes de Juego de tronos tienen más en común con la cadencia de Shakespeare, la intensidad de Kipling o el sentido aventurero de Melville que con la épica de Tolkien, pero la indudable vigencia de este último hace que su nombre salga a relucir. Sin embargo, lo sobresaliente de Martin son las esquirlas del alma humana, y la descripción de cómo sus criaturas se desenvuelven en los territorios de lo carnal sin necesidad de magia o fuegos artificiales. No hay en la obra del escritor anillos, pócimas o señores oscuros, sino espadas, ejércitos y muros. En cierto modo, en las páginas de Martin conviven Hamlet y Chéjov, Milton y Dickens, Conan y El Rey Arturo, en una extraña mezcla que avanza con puño de hierro, sustentado en un pilar gris y oscuro: la certeza de que lo peor aún está por llegar.” Toni García, El País

George R.R. Martin nació en 1948 en Bayonne (Nueva Jersey, EE.UU.), y en la actualidad reside en Santa Fe (Nuevo México, EE.UU.). Hijo de un estibador de familia humilde, su anhelo por conocer los destinos exóticos de los navíos que veía zarpar de Nueva York fue uno de los motivos que lo impulsaron a escribir fantasía y ciencia ficción.
Licenciado en periodismo en 1970, en 1977 publicó su primera novela, Muerte de la luz, libro de culto dentro del género y obra cumbre de la ciencia ficción romántica. Desde 1979 se dedica por completo a la escritura, publicando títulos como Una canción para Lya o Sueño del Fevre, donde su prosa sugerente y poética aborda temas tan poco usuales en el género como la amistad, la lealtad, el amor o la traición, desde una perspectiva despojada de manierismos pero cargada de sensibilidad. Junto a Wild Cards, editó una antología de mundos compartidos con temática de superhéroes, de gran prestigio.
A partir de 1986 escribe guiones y colabora en series televisivas como En los límites de la realidad, La bella y la bestia o Dimensión desconocida, además de realizar tareas de producción en diversas producciones. En 1996 empieza a publicar la serie de fantasía épica Canción de hielo y fuego, éxito de ventas en Estados Unidos.

El monzón - Wilbur Smith

                                      El monzón - Wilbur Smith

Sinopsis: A principios del siglo XVII, en los confines más lejanos del mundo conocido, la poderosa empresa naviera Honourable East India Company sufre pérdidas catastróficas a manos de los piratas de alta mar. Retirado desde hace cuatro años, el capitán Sir Henry Courtney (el héroe de Aves de presa) vuelve a la acción y prepara su viaje más peligroso: una misión de gloria o muerte en nombre del Imperio y de la Corona.
Opinión: EL monzón es la "continuación" de Aves de presa, libro que reseñé Acá. Pongo "continuación" entre comillas porque es y a la vez no es. La historia en El monzón sucede después que la de Aves de presa, con un Hal ya adulto y con cuatro hijos. Sin embargo, tanto Aves de presa como El monzón pueden ser leídos sin haber leído el otro (uff que quilombo me hice).
Cabe destacar que el libro está agotadísimo en Argentina, así que si lo conseguís tenés mucha suerte. Yo me maté buscándolo en muchas librerías de Rosario para luego terminar encontrándolo usado en la Martín Fierro de Chacabuco :P
WIlbur, el maestro de la aventura, nos vuelve a meter en una trama naval. Hal courtney se pone los cortos y sale a la cancha nuevamente, digo, se sube a un barco nuevamente. Comandando el nuevo barco que le otorga la corona inglesa, "El serafín", el corsario y tres de sus hijos, más una gran tripulación en la que destacan personajes como Aboli o "Gran" Daniel (personajes de Aves de presa), Hal se adentra en los mares del sur dispuesto a recuperar un gran tesoro inglés y un barco robados por un pirata apodado "Jangiri".
Así nos metemos en una gran historia donde sucede de todo, acción, giros inesperados, drama, celos entre los hijos de Hal, de todo.
Un libro que es exquisito y tiene un final bastante trágico y abierto puesto que la trama continúa en "El juramento". En la versión original, ambos libros se editaron como uno solo titulado "Monsoon", pero en la edición española decidieron currar un poco más y lo editaron en dos partes: "El monzón" y "El juramento".
Es todo lo que tengo para decir, WIlbur hace que cada vez me gusten más los libros de aventura.

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas

El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas - Haruki Murakami

Sinopsis: Dos historias paralelas se desarrollan en escenarios de nombre evocador: una, en una misteriosa ciudad amurallada, el fin del mundo; la otra, en un Tokio de un futuro quizá no muy lejano, un cruel país de las maravillas.
En la primera, el narrador, anónimo, se ve privado de su sombra, de sus recuerdos, y compelido a leer sueños entre unos habitantes de extrañas carencias anímicas y unicornios cuyo pelaje se torna dorado en invierno. En la segunda, el narrador, cuyo nombre también se desconoce, es un informático de gustos refinados que trabaja en una turbia institución paragubernamental enfrentada a otra en una guerra por el control de la información.
Opinión:  Bueno, hacía rato que no leía a Murakami, desde junio...
Que se puede decir de este libro que no te lo digan la portada, el título y la sinopsis. Una historia abrumadora y perfectamente construida. Murakami mezcla un poco de ciencia ficción en ese "Tokio futurista" con todo lo relacionado a la percepción de la realidad y el inconsciente. El protagonista de "El despiadado país de las maravillas" es un informático que trabaja para lo que en ese futuro llaman "El sistema". Los cuales tienen sus rivales que quieren robarle información, los "Semióticos". Como si fuera poco, en el subsuelo de la ciudad viven los "tinieblos" una especie de humanos despiadados que viven en la oscuridad. La vida del protagonista cambiará cuando se encuentre con un científico que tiene un laboratorio escondido en las alcantarillas, se enterará de cosas que ocurren alrededor de él y que no podrá evitar.
Fascinante, atrapante, hace que la imaginación del lector vuele. La narración es fluida y siempre entretenida y profunda.
Los guiños de música y literatura están a la orden del día como en todos sus libros. Es genial cuando se acerca el final del libro y el protagonista va escuchando "A hard rain's a-gonna fall" de Bob Dylan.
El hecho de que este libro haya sido escrito en 1985 lo hace aún más asombroso.

Obra maestra. Lo pongo al lado de Kafka en la orilla sin dudas.

Párrafo

Cuenta una antigua leyenda que se hallaba un viejo indio con su joven nieto al que le dijo: -Tengo dos lobos peleando en mi corazón: uno de ellos es feliz, alegre, bondadoso y de gran corazón, el otro, es fiero, triste, uraño y carece de sentimientos. El niño, algo sorprendido, preguntó al indio: -Abuelo, ¿cuál de ellos ganará la pelea en tu corazón? A lo que el viejo indio respondió: -Ganará la pelea aquel lobo al que yo alimente...

Frase

"Es el mejor de los tiempos, es el peor de los tiempos. Es la edad de la sabiduría, y también de la locura. Es la época de la fe, y también de la incredulidad, la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Lo tenemos todo, pero no somos dueños de nada, caminamos derechito al cielo pero tomamos el camino a otro lado. En fin, esta época es tan parecida a todas las épocas, que nada de lo que aquí voy a contar debería, en realidad, sorprendernos. Nada. Ni el perdón, ni la venganza, ni la muerte, ni la resurrección"

Charles Dickens - Historia de dos ciudades.

Tengo que leer esta novela *_*

Poema

Extracto de Proverbios y cantares (XXIX)

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Africanus, el hijo del cónsul

                        Africanus, el hijo del cónsul - Santiago Posteguillo

Sinopsis: A finales del siglo III a. C., Roma se encontraba a punto de ser aniquilada por los ejércitos cartagineses al mando de uno de los mejores estrategas militares de todos los tiempos: Aníbal. Su alianza con Filípo V de Macedonia, que pretendía la aniquilación de Roma como Estado y el reparto del mundo conocido entre Cartago y Macedonia, constituía una fuerza imparable que, de haber conseguido sus objetivos, habría cambiado para siempre la historia de Occidente. Pero el azar y la fortuna intervinieron para que las cosas fueran de otro modo. Pocos años antes del estallido del más cruento conflicto bélico que se hubiera vivido en el Imperio, nació un niño llamado a realizar grandes proezas: Public Cornelio Escípión, hijo del cónsul de Roma durante el primer año de la guerra y de quien tomó, entre otras cosas,'el nombre. El joven oficial iniciaría un camino extraño y difícil, sorteando obstáculos y opositores, y buscando alianzas imposibles. Sus hazañas le valieron el sobrenombre de Africanus, en alusión a uno de los territorios que conquistó, con enorme valor, en el campo de batalla. Pero la admiración y la gloria trajeron también la envidia.
Opinión:  Impecable historia sobre aquella Roma previa a la tan famosa Roma imperial que se conocería luego. En aquella época, Roma era una república con un senado y dos cónsules que eran elegidos por año, por el senado, para gobernar al país. El español Posteguillo nos traslada a esa época en que Roma estuvo a punto de Sucumbir a manos del ejército cartaginés liderado por el GRAN Aníbal barca, uno de los mejores estrategas de todos los tiempos.
Al ser una novela histórica, Posteguillo va narrando todo lo que sucedió por aquel entonces, todas las batallas que acontecieron, pero siempre dando un poco más de énfasis al protagonista de la historia, el hijo del cónsul, Publio Cornelio Escipión. Conoceremos la vida de este héroe romano desde su infancia hasta... bueno, no les quiero contar. Los grandes protagonistas de la trama en este primer libro son: Publio Cornelio Escipión (hijo), Fabio Quinto Máximo, un senador romano que fue muchas veces nombrado cónsul por su capacidad intelectual, obviamente Anibal, el cual resultó ser mi personaje favorito por su frialdad y capacidad de derrotar a Roma y el inesperado protagonismo de Tito Macio. Hablando de este último personaje, Posteguillo trata de reflejar lo que era la clase media-baja de aquella Roma del 215 A.C. Al pobre Tito le pasan todas, hasta termina siendo parte de una de las legiones que combaten contra Aníbal. Sin embargo, no es un personaje creado por el autor, Tito Macio fue un gran escritor de obras de teatro. Santiago Posteguillo nos irá narrando como llegó este hombre a la fama.
En fin, una impecable obra para el que le gusta la historia antigua y de Roma. Es una trilogía que culmina con: Las legiones malditas; la traición de Roma.
Altamente recomendable, al menos el primer volumen que es que tuve oportunidad de leer por ahora.

   
















             Los otros dos libros que completan la trilogía.

There is no place like home

There is no place like home

Día 1
El mundo está exaltado. En un mes comienza la misión más importante de nuestra historia. Hay afiches en las calles con mi rostro. Jamás creí que llegaría a ser popular. La gente me desea suerte en las calles, me da la mano, me alienta. Aún no se sabe quién será mi acompañante. Se harán votaciones. Se me preguntó si quería ser yo el que la eligiera, pero realmente me es indiferente. Esa fue mi respuesta.
            Los programas de televisión no se centran en otra cosa que en este asunto. Ha llegado a hartarme. Me entrevistan a toda hora, me siguen cuando voy de compras, se habla de mí en todos lados.
            Es increíble ver como el mundo se ha unificado gracias a este propósito. En cierto modo, me siento feliz. Gracias a lo que haré, las personas han dejado de lado sus diferencias, razas, idiomas, creencias y todos se han aliado para esta tarea que abarca al mundo entero y no solo a un país. Al menos, durante el tiempo que transcurra el viaje espacial y el arribo al otro planeta, todo estará más que calmo aquí. Todos se mantendrán expectantes. No se que sucederá aquí cuando esta labor finalice. Lo más probable es que todo vuelva a la normalidad: Los países, las razas, los idiomas, las creencias. El mundo seguirá con su curso como si esto que estoy por hacer fuese una moda que solo dura un cierto lapso de tiempo y queda en el olvido de las distintas generaciones que se sucederán. Posiblemente los altos mandos de los distintos gobiernos sigan la misión con mucha precaución, pero siempre de forma confidencial.
            Hoy cae una lluvia tenue. El cielo está gris. Todos esperan que el día del despegue esté despejado. Yo también lo espero. Aún no sé porqué elegí postularme. Un cambio. Sí, eso es lo que quería. Me aburrí de la cotidianeidad, del pensamiento generalizado de las personas, de mi trabajo, de mi vida. Cuando me enteré de que cualquier persona en el mundo, mayor de dieciocho años y menor de treinta podía ser elegida, decidí presentarme. Llené un formulario en el que se me hacían varias preguntas, la más importante, según éste indicaba, era la de la fertilidad. Una persona estéril sería rápidamente descartada. Yo crié un hijo cuando solo tenía veinte años aunque murió a los meses de vida. Así que la esterilidad no es un problema para mí, quizás la mala suerte, pero ese es otro asunto. Aunque pienso que la suerte va y viene. Hoy tienes mala, mañana tienes buena. Es algo fugaz que puede destruirte como iluminarte. Hoy he tenido buena fortuna, he sido elegido de entre millones para salir al espacio exterior rumbo a otro planeta.
            En los siguientes días se me harán todas las pruebas adecuadas y, si todo sale bien, estaré confirmado médicamente para la travesía.

Día 25
Se acerca la fecha estipulada. Mi acompañante ha sido elegida finalmente varios días atrás. También pasó todas las pruebas. Es de otro país. Eso era algo obvio, si un mismo país mandaba a dos personas hubiera provocado resentimiento por parte del resto de las naciones que participan de este proyecto.
            Ella habla otro idioma, nos hicieron conocernos ayer durante una cena donde se nos explicó varias cosas sobre la nave y sobre todas las cosas que debemos hacer una vez que estemos a bordo. No entendí nada de lo que me dijo y ella tampoco lo que yo le conté.
            _ Al menos tendrán con qué entretenerse. – dijo uno de los científicos cerca nuestro. – tendrán mucho tiempo para entender el idioma del otro. – ambos asentimos ya que eso fue dicho en ambas lenguas.
            Las cosas han ido bien durante estas semanas. Se me han dado todos los lujos como si de un niño rico me tratase. Deben querer verme lo más feliz posible. Manejo un auto importado, tengo las mejores comidas y bebidas, me hospedan en una lujosa mansión porque saben que será solo por un determinado lapso de tiempo. Luego el mundo seguirá su curso.
Día 31
Finalmente ha llegado el ansiado amanecer del treinta y uno. No debe haber una mísera persona que se esté perdiendo este momento en todo el planeta. Mi acompañante y yo somos las personas más conocidas. Increíble. Ya tengo mi traje de astronauta puesto salvo el casco. Me abrochó fuertemente el cinturón de seguridad tal y como los jefes indican. La mujer sentada a mi derecha hace lo propio.
            Seguimos las instrucciones al pie de la letra. Un feroz estruendo resuena a varios kilómetros a la redonda. El cometa larga fuego por su parte trasera y empieza a levantar vuelo verticalmente. Una vez más alto, empieza a acomodarse a la atmósfera y a prepararse para atravesar el cielo con rumbo al planeta indicado por la computadora que tenemos en frente. Por los auriculares puedo escuchar los alaridos y cantos llenos de emoción de parte del laboratorio donde hicieron todos los preparativos. Cada vez los escucho más diferidos, como si me alejara lenta pero irremediablemente de ellos. El cohete alcanza velocidades jamás antes vistas en el pasado. Los trajes especiales que llevamos puestos nos protegen de los problemas que nos causaría tal velocidad.
            _ Ya pueden quitarse los cinturones y mirar atrás. – dice la voz a través de nuestros auriculares en ambos idiomas. – lo hacemos.
            Ante nosotros tenemos al gigante redondo en las pupilas de nuestros ojos. Mi compañera larga varios sollozos, quizás de tristeza por alejarse de sus seres queridos para siempre, quizás de nostalgia por recordar los momentos que vivió allí, quizás de felicidad por alejarse de todo y de todos, como yo.
            _ En breve se cortará la transmisión para siempre. – nos dice entonces el sujeto de nuestros oídos. – quiero que sepan que son héroes y serán siempre recordados como tales por más que nunca los volvamos a ver. Bien saben que la nave solo puede hacer el viaje de ida. En el otro planeta no existen los materiales ni estamos nosotros para ponerla en condiciones para regresar. Ustedes han tomado esta decisión bajo su propia responsabilidad. Ya saben las reglas.
            _ La comunicación de cortará en 10 segundos. – comenta una voz femenina computarizada de fondo. Mientras, aquel hombre sigue hablándonos.
            _ 9
            _ Deben reproducirse.
            _ 8
            _ Crearán una nueva civilización.
            _ 7
            _ No contarán a nadie, si es que encuentran vida allí, de nosotros y de su propio origen.
            _ 6
            _ Eso es todo, nosotros volveremos allí una vez se hayan reproducido y creados ciudades y países.
            _ 5
_ Pasarán miles de años seguramente
_ 4
            _ El propósito de esta misión ha sido aprobado por todos los gobiernos.
            _ 3
            _ Es todo lo que tengo que decir.
            _ 2
            _ Buena suerte. – Buena suerte, mala suerte, pienso.
            _ 1
            _ Son héroes.
            La transmisión se corta. Jamás volveremos a oír su voz. Un silencio rotundo nos agobia durante un par de minutos. Puedo notar que ella está un poco más asustada que yo. El espacio está negro, es un manto oscuro que rodea a la nave blanca. Tomo el diccionario de su lengua y traduzco la siguiente frase:
            _ En una semana llegaremos y viviremos más tranquilos que nunca. – ella esboza una leve sonrisa y asiente en silencio.
Día 1
            Finalmente podemos ver la presencia de nuestro destino. Durante la semana de viaje aprendimos bastante el uno del otro y de a poco vamos conociéndonos y comunicándonos más nítidamente. Estamos asombrados ante la preciosura que se presenta ante nuestros ojos. El planeta es completamente diferente al que solíamos habitar. Predomina el color celeste por el agua y hay grandes pedazos de blanco, verde y marrón.
            _ Mira que cerca está el sol. ¿No nos quemaremos?
            _ Los científicos lo estudiaron a fondo, mientras haya agua y oxígeno estaremos bien. Quizás tengamos la ventaja de que no haga tanto frío como en el otro mundo.
            _ Podrán sobrevivir muchas generaciones – confiesa ella tras leer palabra por palabra en el diccionario. - Este planeta tiene el triple de agua que el nuestro.
            _ Este es nuestro planeta. – respondo de forma perspicaz y contenta.

Nieve de verano [Capítulo 6]

Vuelvo con Nieve de verano. Un capítulo bastante largo, espero que lo disfruten.



6

Desperté a eso de las siete de la mañana. Me estaba acostumbrando a madrugar, quizás era el legado de Gómez. Al observar por la ventana que no nevaba, me preparé para salir a cortar un poco de leña. Afuera estaba frío, como de costumbre, y seguramente en unas horas comenzaría a caer la fiebre del olvido. Como mencioné previamente, soy bastante débil de brazos, así que cortar la leña con un hacha fue toda una hazaña para mí. Tuve que darle varios golpes a cada tronco, tardando más de lo normal y recogiendo muy pocos pedazos de un tamaño aceptable para la chimenea.
Terminé a media mañana, ya se podía observar más movimiento en Unmei. Encendí una buena fogata y la cabaña se climatizó apropiadamente. Tomé un desayuno y para el almuerzo tenía pescado, obviamente. Había pasado toda la noche pensando en lo sucedido con el lobo, pero lo que no me dejaba dormir era lo que le había acontecido al papá de Rebeca. Lo miedos se convierten en fobia cuando superan un límite, cuando pasan esa línea invisible y derrotan a la mente y se interpone en la voluntad de la persona afectada. Lo de Gustavo fue, sin dudas, un ataque de pánico. Pero... ¿Por qué a los lobos? Seguro había una historia detrás de lo ocurrido, el problema era que él no la recordaba por culpa de la enfermedad que se anuncia todos los días a través de la nieve en el pueblo. Quería ayudarlo, tratar de buscar el origen de su miedo, buscando en su inconsciente, como un psicólogo lo hizo conmigo muchos años atrás.
Fue la primera vez, durante mi estadía, que sonaron las campanas en el pueblo. La nieve caía tímidamente cuando salí de la cabaña del Señor Gómez. La gente se aglomeraba en la casa veintitrés al ritmo estrepitoso de aquellos artefactos, así que decidí hacer lo mismo. Allí, había tres hombres bastante mayores subidos en lo que parecía ser un altar improvisado en el jardín de la morada. Uno de ellos era Adolfo Nirmia, el abuelo de Rebeca y padre de Gustavo. Al cabo de un rato, la gente dejó de venir, seguramente ya estaba todo el pueblo amontonado en aquel lugar, aunque no pude divisar a ninguna de las pocas personas que conocía en Unmei. Un hombre se acercó, pidió silencio en voz alta y luego presentó a aquellos hombres. La gente, automáticamente dejó de hablar.
_ Los tres miembros de las grandes familias de Unmei tienen un discurso que dar. Demos la bienvenida a ¡Adolfo Nirmia, Daniel Amigo y Víctor Guerrero! – al mencionar sus nombres, el sujeto levantó tanto la voz que hizo eco en las montañas y la nieve pareció detenerse un momento. Los tres ancianos eran muy similares, al menos en edad. Daniel Amigo tenía el pelo tan blanco que excusaba una cabellera rubia en su juventud, al igual que Próspero Amigo, su hijo. Víctor Guerrero era el más alto y de piel más morena que los otros dos, su pelo era bien negro, al igual que el contorno de sus ojos, revelando grandes e inextinguibles ojeras.
Adolfo Nirmia alzó la mano y comenzó a hablar con el consentimiento de sus dos compañeros.
_ Un hombre ha sido asesinado por nuestra imprudencia. Gaspar Gómez, así se llamaba, uno de los hombres a los que estudiábamos como intrusos del más allá. – el murmullo de la gente daba a entender que sabían de lo sucedido. – Sin embargo fue un error – continuó Adolfo. – este hombre no viene del vacío, él y su hijo, Ernesto Gómez, que seguro está entre la multitud, se criaron solos en el bosque, sin saber de nuestro pueblo. Luego vinieron aquí con nuestro consentimiento e ignorancia. – terminó Don Adolfo.
_ Ernesto, por favor preséntate. – continuó Daniel Amigo con un tono de voz altanero como el de su hijo.
Me dirigí al frente ante la curiosa mirada de la multitud. En la primera fila pude ver a Rebeca, prestando atención a lo que los ancianos decían. Sus ojos estaban clavados en mí. Cerca de ella estaba Próspero Amigo, siendo exactamente todo lo contrario a Rebeca, que me miraba con su ceño fruncido y la mano donde llevaba su brazalete de plata hundida en la abertura de su camisa blanca como la nieve.
Miré ferozmente a Adolfo Nirmia, que era al único de los tres que conocía. Se suponía que tenía que alimentar aquella mentira, decir que era hijo de Gaspar Gómez y que había vivido en el bosque toda mi vida. Entonces entendí que ellos no querían contarle al pueblo sobre el mundo exterior, probablemente era lo más sensato, puesto que vivían en paz, y abrirles la mente sería contraproducente para ellos. Dependía de mi palabra el cambiarles drásticamente la forma de ver el mundo. Solo miré a Rebeca, traté de ignorar que delante de mí había cerca de mil personas, ella me esbozó una tenue sonrisa como tratando de dar consentimiento a aquella mentira.
_ Así es, soy hijo del difunto Gaspar Gómez y he vivido toda mi vida en el bosque, hasta que finalmente nos atrevimos a vivir con ustedes y asesinaron a mi padre. – terminé. Muchas personas miraron al suelo, seguro sentían culpa. Sin embargo, Próspero Amigo, con una cara totalmente diferente a la típica suya, dio un par de pasos hacia delante, apuntándome con una mirada de total enojo para luego retirarse de la reunión. Don Adolfo se me acercó y me dijo:
_ Él quería que contáramos la verdad. Pero solo traería caos. Ignóralo. 
Víctor Guerrero dio un paso al frente y preguntó:
_ ¿Aceptarán a este hombre como parte de la comunidad? – el voto positivo fue unánime, la multitud aplaudió, entre ella, Rebeca y Gustavo también lo hicieron. Yo era miembro de Unmei y lo peor de todo es que no sabía si aquello era bueno o malo.

Al cabo de un rato quedó muy poca gente en el jardín de la casa de los Nirmia, Amigo y Guerrero. Sin embargo, decidí quedarme. Tenía que hablar con varias personas, todavía estaba confundido por lo sucedido previamente. Al primero que entrevisté fue a Adolfo.
_ ¿Por qué no me incluyeron para debatir este tema? – pregunté de mala manera.
_ Créeme chico, no estás en condiciones de negociar. Era un asunto que las tres familias principales debían debatir. Deberías sentirte contento que eres pueblerino oficial de Unmei.
Me quedé largo rato sin responder. Tenía cierta lógica lo que el anciano decía, sin embargo, habían discutido sobre qué hacer conmigo sin siquiera preguntarme que opinaba. Rebeca entró en escena luego, se me acercó, puso su mano en mi hombro y me dijo:
_ Era lo mejor que podíamos hacer Ernesto. La gente de aquí no está preparada para cambios tan descomunales.
_ Supongo que si. – respondí. – Pero yo no tengo planes de vivir por siempre aquí y olvidarme de todo mi pasado. – Rebeca puso una cara seria al escucharme. Sin dudas había adquirido cierto cariño hacia mí y al escuchar mis hostiles palabras se entristeció. Dio media vuelta, no dijo nada más, y se fue caminando más rápido de lo normal. Intenté gritarle para que se detenga pero ya era demasiado tarde. Su tristeza ahora era mía también, sin dudas, una de las enfermedades más contagiosas.
Decidí irme a mi cabaña y mentalizarme en lo que había venido a hacer realmente a aquel valle. Mientras caminaba, pude ver a Próspero Amigo discutir en voz alta, casi gritando, con su padre, Daniel Amigo. No estaba de acuerdo con la decisión que tomó su padre y se lo estaba reprochando cuando me vio pasar cerca y se me acercó. Traté de hacerme el que no lo veía pero fue imposible.
_ ¡Clímaco! – gritó. – ¿por qué te prestaste para esta mentira?
_ Creí que era lo mejor para el pueblo Próspero. – respondí calmado para que se diera cuenta  que estaba muy exaltado.
_ ¿Lo mejor? – ¿Vivir en una mentira habiendo todo un mundo allá afuera? No quiero ni pensar cuantas generaciones han sido engañadas. El pueblo tiene que saber la verdad.
_ Parece que tu padre no está de acuerdo con ello.
_ ¡Qué sabes tú forastero! – gritó mientras me señalaba con su dedo índice.
_ Lo siento, respondí. Pero los tres señores han decidido, yo simplemente les hice caso.
_ ¡Voy a salir de este pueblo, recorreré el mundo! – gritó nuevamente.
_ No te lo recomiendo. – le dije en un suspiro.
_ Por favor, no me vengas a decir qué hacer y qué no. Esos altos mandos de los que me hablaste el otro día… seguro se podrá negociar con ellos.
_ Ya te lo dije una vez Próspero. No podrás negociarlos.
_ Tú no quieres que conozcamos tu mundo, por alguna razón. Te molesta que lo hagamos, ese inmenso e inexplorado más allá de las montañas. Yo lo gobernaré. – explicó con extrema soberbia.
_ Quizás seas mejor gobernador que los actuales. – respondí. – pero dudo que consigas el poder suficiente para derrocarlos.
_ Eso lo veremos.
_ No vayas. ¡Vas a morir!
_ Lo siento Ernesto. – dijo más calmo. – pero no puedo quedarme aquí sabiendo que hay algo más allá afuera.  – Próspero Amigo se retiró tras decir aquellas palabras. Y así se sumó un nuevo problema a mi larga lista: Evitar que Próspero salga de Unmei hasta que olvide todo lo que sabía sobre el mundo exterior.

Todo comenzaba a complicarse, a lo mejor todo el alboroto estaba en mi cabeza que tenía mil asuntos a la vez. Creí que venir a Unmei sería relajante, aunque, obviamente, no había venido a pasear. Pero desde que había llegado, había sucedido de todo y no había tenido tiempo para cerrar los ojos, respirar profundo el aire de las montañas y mirar el cielo. Solo aquella tarde que fuimos de pesca pude relajarme un par de horas, nada más.
Esa noche, el cielo estuvo despejado. Fue la primera vez que vi la luna en aquel lugar, gigante, plateada y brillante. Decidí subirme al techo de la cabaña de Gómez pese a la baja temperatura que hacía. Ante el majestuoso destello de aquel satélite adherido al atezado cielo mi mente destilaba recuerdos. Cerré los ojos y empecé a memorizar mi pasado, involuntariamente, pensar en la luna siempre me recordaba a mi amigo.
Recuerdo, que él me dijo una vez que la odiaba, ya que ésta no brillaba por voluntad propia sino que dependía del sol para hacerlo. Que era mediocre. Fue lo último que escuché de él, la última vez que vi a mi camarada con vida. Era una persona solitaria que terminó con el peor de los finales: el suicidio. Traté de comprenderlo pero no pude hacerlo, quizás no le dediqué el tiempo necesario para meterme en sus zapatos. Estaba tan enfrascado con mi trabajo, que me olvidé de todas las personas que me rodeaban.
El día de su funeral escribí un pensamiento, algo que había surgido dentro de mí tras escucharlo decir aquello. Se titulaba: “¿Qué es la luna en comparación a nosotros?” y decía:
“¿Qué es la luna en comparación a nosotros? Un pedazo de roca flotando en el espacio, sin vida aparente. Depende del sol para brillar así como nosotros dependemos del aire para respirar. No es independiente, de día es solo una sombra opacada por el sol, de noche resplandece porque éste lo desea. Al igual que nosotros, en la vida brillamos y forjamos nuestros caminos porque el destino lo desea y en la muerte somos una sombra que se deteriora con el tiempo y nos volvemos nada, somos olvidados como lo es la luna durante el día. Sin embargo, aprovechamos ese efímero momento para transpirar sueños y trazar objetivos, al igual que el satélite lo utiliza para transpirar belleza e iluminar nuestras almas. Está en nuestra naturaleza buscar luz propia o alcanzar algún brillo aunque a veces necesitemos una ayuda, como la necesita la luna del sol. Si se piensa de este modo, la luna se rebaja a pedir ayuda, muestra su inferioridad ante el sol, pero a la vez es muestra de humildad en comparación al imponente y aburrido antónimo que todo lo puede y lanza rayos de soberbia.
 A mi me agradan las personas que se parecen a esa roca que brilla de noche y no les interesa pedir ayuda o intentar ser siempre el centro de atención, más que las que se parecen a la luz que siempre quiere demostrar estar encima mío.
La luna no es mediocre, querido amigo. Simplemente necesita ayuda como todos nosotros, como tú la necesitaste y yo no te la supe dar. Mis disculpas.”
Llegaban muchos recuerdos a mi mente, la cual era una repisa donde éstos se almacenaban, algunos llenos de polvo por las pocas veces que los percataba, de otros, hasta me sabía todas sus páginas sin abrirlos. Éste que recordé al mirar la gigante luna en Unmei, no se encontraba en la estantería de mi mente, se hallaba en el baúl de mi corazón, cerrado con llave, pero se abrió involuntariamente.
Sería por la reciente discusión con Rebeca, por la muerte de Gómez, por el recuerdo de mi amigo, no lo sé. Pero aquella noche, bajo la luz tenue de una luna simpática que me hacía compañía, derramé más lágrimas que en mis treinta años de vida juntos.
Como cuando me sentía deprimido en mi adolescencia, sentí la necesidad de escribir. Siempre me relajaba, me ayudaba a expulsar todos mis sentimientos y sentirme vaciado de éstos, listo para incorporar nuevos. Saqué un papel y un lápiz de mi mochila y, dejándome llevar por todo lo que allí sucedía, escribí:
Inexplicable crepúsculo con gran brillo de luna. Inexplicable noche lóbrega ante tanta luz. Inexplicables lágrimas que derrumban mi coraza. Inexplicable lugar donde me atino. Inexplicable sentir de los recuerdos,  inexplicable sentir tardío. Explicable soledad en mi interior. Explicable oscuridad de mi noche pese al fulgor de la luna.
           
            Nubes oscuras provenientes del sur taparon el cielo en media hora. A la hora de este triste acontecimiento, comenzó a nevar nuevamente. Bajé del techo y me metí en la solitaria cabaña. Allí me esperaba la chimenea encendida y comida que preparar para cenar. Había vomitado mis sentimientos a través de las gotas que caían de mis ojos y a través de lo que transcribía al papel. Ahora me sentía más liberado, listo para afrontar todos los retos que me quedaban pendientes en Unmei. Solo fue un momento de depresión, cualquiera puede tenerlo. El mío, fue un instante donde todos mis pesares acumulados estallaron.
            _ Así que aquí soy Ernesto Gómez. – me dije en voz alta. - Suena muy común. Yo no soy común, soy muy singular. Así me conoció Rebeca, como Ernesto Clímaco, y así quería ser siempre. Pero debía actuar, solo eso, y lo primordial, reconciliarme con ella. Suena estúpido que con todos los problemas que tenía, el que estaba primero en mi lista a solucionar fuera ese.

Las campanas sonaron nuevamente. La gente gritaba y corría de un lado a otro. Me desperté y pude notar que apenas estaba amaneciendo. Me vestí rápidamente y salí a ver que sucedía. La gente se aglomeraba nuevamente en la casa veintitrés al ritmo de aquel instrumento aturdidor. Todo parecía un deja vu del día anterior. El escenario improvisado fue colocado nuevamente en el jardín. La diferencia con fecha previa era la nieve. Más blanca y fría que nunca. De mi estadía en Unmei, puedo afirmar que aquel fue el día más helado de todos.
Los ancianos fueron presentados nuevamente, aunque solamente dos de ellos. Faltaba uno: Daniel Amigo. En su lugar se encontraba Próspero Amigo con una cara seria y mirada fija a la multitud que se amontonaba por el extremado frío.
Se escuchaban varios murmullos, y todos hacían referencia a su ausencia. En la otra punta, pude ver a Rebeca, con su cara más pálida de lo normal. Ella sintió mi lejana presencia y me localizó. Fue un crucé entre nuestros ojos que duró segundos. Luego, ambos cambiamos la dirección de nuestras miradas.
Adolfo Nirmia  interrumpió rápidamente mis pensamientos cuando comenzó a hablar.
_ Dejaré que su hijo dé la noticia. – dijo al fin. Hizo un ademán con su mano a Próspero quien pasó al frente y comenzó a hablar.
_ Gracias Don Adolfo. – dijo. La noticia por la cual todos están despiertos a estas horas de la madrugada es la siguiente: Mi padre ha muerto. – el murmullo se convirtió en voces con vida propia, sollozos y exclamaciones por doquier. También quedé impactado ante tamaña noticia.
_ Ha sido una muerte natural. Ahora yo estoy al mando de la familia Amigo, como su sucesor. Y tengo el poder de decidir igual que Adolfo y Víctor. – hubo un silencio taciturno en el que todos asumían aquella novedad. Luego, Próspero Amigo continuó hablando.
_ ¡Querida gente! Yo no les mentiré. Tienen derecho a saber la verdad.
La gente comenzó a impacientarse aún más con el monólogo de Próspero Amigo. Víctor Guerrero y Adolfo Nirmia pusieron caras de pocos amigos y trataron de interrumpir al joven líder de una de las tres familias más importantes de un pequeño pueblo poco importante en medio de un valle cubierto de nieve y cambios climáticos inconcebibles.
Sin embargo, su voz tenía mucha más vida que la de los ancianos y se impuso. Próspero Amigo me señaló y dijo:
_ Él no es hijo del muerto Gaspar Gómez. Ambos se conocieron hace poco, son de afuera de las montañas, del más allá. Si señores y señoras, es como escuchan, Ernesto Clímaco, ese es su verdadero apellido, no vivió en el bosque toda su vida, se crió en otras civilizaciones. ¡Porque el mundo no acaba aquí!
_ Insolente. – gritó Adolfo con tono amenazante. – ni siquiera respetas la voluntad de tu padre.
_ Mi padre fue engatusado por ustedes. Pero yo no. – luego hizo un ademán con sus manos haciendo referencia a Adolfo y Víctor. - Estos señores han sido cómplices de la mentira. Una mentira que hizo que yo mate al pobre Gómez, pensando que era un demonio que irrumpiría nuestra paz. ¡Todo esto es culpa de ellos!
La gente allí quedó muda ante tal confesión. Yo había encontrado al asesino de Gaspar, mis piernas temblaban y mis sentidos no reaccionaban. Apreté fuertemente mis puños y caminé varios pasos.  El primer sentido en volver fue el del oído, escuché que la gente aprobaba la confesión de un inocente hombre engañado que quiso cuidarlos asesinando a un presunto sospechoso. Luego el tacto, ya no sentía frío, sino calor. Mucho calor que se engendraba en mi interior. El gusto amargo en mi boca también se hizo presente. Y entonces recobré la vista. Únicamente enfocada en próspero Amigo. Así avancé varios pasos hasta que mi olfato reaccionó al perfume de Rebeca que me sujetó el hombro fuertemente.
_ ¿A donde vas? – me dijo con tono antipático. Era la primera vez que hablábamos desde que ella se había ofendido.
_ A arrancarle el cuello. – dije seriamente.
_ No es su culpa. – me dijo.
_ No creerás esa estupidez de excusa ¿no? – pregunté mirándola fijamente.
_ No lo sé. Pero si intentas golpearlo, la gente de aquí no te lo permitirá. Te matarán. Con su supuesta honestidad se ha ganado a la gente. Pobre abuelo, la mentira era lo correcto, pero ahora que se sabe la verdad, ha quedado como un ser deshonesto.
_ No me importa. – dije finalmente. Aparté el brazo de Rebeca de mi hombro y corrí hacia donde Próspero se encontraba. Con el envión logré hacerlo caer al suelo. La gente enloqueció, comenzó a gritar y abuchear. Me separaron bruscamente varios sujetos y me sostuvieron fuertemente.
_ Lo mataste. – grité a Próspero.
_ No fue mi culpa. – se limitó a responder.
_ La muerte de tu padre te benefició para tus propósitos. – comenté también en aquel disturbio.
 Entonces, con la actuación más elocuente jamás vista, el sujeto del brazalete de plata, se hizo el enojado.
_ Como te atreves a insinuar que maté a mi papá. Extranjero maleducado. – mi sospecha fue una mala jugada, no era el momento adecuado. La gente me insultó más que nunca. Entonces, con una sonrisa de victoria me miró y luego al pueblo.
_ Les propongo una expedición. Salgamos del valle, ¡conozcamos el mundo del más allá!
Los pueblerinos de Unmei consintieron su oración y lo aplaudieron. Muchos estaban dispuestos a tal aventura. Todo se me había escapado de las manos. También a Adolfo y Víctor, los dos, tildados de mentirosos.
Próspero Amigo entró con los otros dos líderes a la casa para tener una reunión sobre lo sucedido. A mi me empujaron lo más lejos posible. La expulsión de ira se había fundido. Volvía a ser yo poco a poco. Solo que sumido en la impotencia de no poder hacer nada.
Para completar tan trágica mañana, Rebeca se me acercó nuevamente y me dijo:
_ Saldré del valle también. – entonces mi corazón se convirtió en una bola de nieve armada a mano. No me salían las palabras, no sabía que decir. – tu dijiste que no querías vivir aquí, que querías seguir tu vida allá, que no querías olvidar tu pasado. Entonces debe ser un hermoso lugar. – terminó ella con una tenue sonrisa melancólica. Luego se fue.
¿Lo era realmente? ¿Qué tenía de bueno mi ciudad, mi pasado, la represión, la guerra, los secuestros y una vida llena de frustraciones? Lo que había dicho, fue sin pensar. ¿Realmente quería irme de Unmei? Por mi culpa, Rebeca estaba a punto de conocer un infierno camuflado de paraíso.

Frase

No conocía el placer de leer, de explorar puertas que se te abren en el alma, de abandonarse a la imaginación, a la belleza y al misterio de la ficción y del lenguaje. Todo eso para mí nació con aquella novela
 
La sombra del viento - Carlos Ruiz Zafón

Casa tomada

Bueno, acá les dejo, para quién quiera escucharlo, un gran cuento de Julio Cortázar. En mi opinión, es el mejor cuento que leí.



Que lo disfruten.

Frase

Yo creo que la verdad es perfecta para las matemáticas, la química, la filosofía, pero no para la vida. En la vida, la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza cuentan más.

Ernesto Sabato

Nieve de verano [Capítulo 5]

El capítulo anterior tuvo 10 "interesante", nuevo record :O Gracias a los que se toman la molestia de leer.

5

Desperté, naturalmente, a eso de las nueve, el silencio de la casa podría haber hecho que cualquier persona duerma mucho más, pero yo estaba acostumbrado a levantarme relativamente temprano. El lugar ya no era el mismo que días atrás, reinaba la paz, una paz mediocre y asesina, no se escuchaban los hachazos de Gaspar Gómez afuera ni la leña quemándose en la chimenea. Mi rostro acompasaba totalmente ese deprimente contexto, hacía varios días que no me afeitaba y tenía unas ojeras más pronunciadas que de costumbre. Estaba impresentable. Saqué toda la barba de mi cara y luego salí a cortar leña, recordando que lo haría como forma de amabilidad con el señor Gómez, lo cual me puso de muy mal humor. Aún así, esos hachazos me sirvieron para hacer un poco de ejercicio y descargar la ira que se hallaba despierta en mi interior.
Cerca de las once, cuando hube terminado aquellos quehaceres, al calor interior de la cabaña, desayuné. Había quedado en encontrarme con Rebeca a la una. Así que directamente no almorcé. Ahora que lo pienso, me había despertado bastante tarde, o era muy lento para prepararme. La cuestión es que a eso de las doce y treinta, tenía todo listo. Ropa simple, un gorro de lana para tapar mis frías orejas, unas botas de goma para no mojarme los pies y mucho abrigo. Mis cigarrillos eran infaltables, la solidificación del humo esperando destruir mi interior pero relajar mi cabeza era indispensable. Recordé que Rebeca dijo que en aquel río no hacía frío, así que decidí sacarme un par de camperas. Tenía bastantes problemas para acostumbrarme, en un lugar hacía un frío polar y en otro un calor veraniego.
Al salir de la cabaña me encontré con Próspero Amigo, iba bien vestido y haciendo notar su brazalete de plata por encima de su ropa. Su cara de altanería y desprecio me observó y se detuvo. Al parecer no estaba muy apurado, seguramente se dirigía a la taberna.
_ ¡Buenas Clímaco! – gritó alzando la mano derecha para que mis ojos sean cómplices del brillo de su pulsera.
_ Hola. – respondí indiferente a su falso entusiasmo. Amigo se acercó unos metros para seguir hablando sin necesidad de alzar la voz.
_ Disculpa por los problemas que te causamos en Unmei. – dijo. – la verdad es que eres un forastero y teníamos derecho a desconfiar.
_ No hay problema. – respondí.
_ Jamás imaginé que hubiera todo un mundo fuera. ¡Sería fantástico conocerlo! – exclamó con voz de actor de teatro.
_ ¿Entonces Adolfo le ha contado la verdad al pueblo? – pregunté.
_ No, yo se todo debido a que pertenezco a una de las tres grandes familias, las cuales se están reuniendo todos los días para debatir el asunto. Aún dudan en creer esa verdad y en contarla a todo el pueblo. – explicó.
_ Ya veo.
_ Pero creo que lo mejor sería explorar, largarnos a ese mundo que tu nos abriste, y así resolver de una vez por todas si es verdad o no que la civilización termina en esta montaña.
_ No es el momento adecuado para ello. – dije. - El mundo de allá afuera está algo agitado actualmente, dudo que sean bien recibidos.
_ ¿Es porque aquí matamos a uno de los suyos y herimos a otro? – preguntó algo ansioso y con una ira interna que estuvo a punto de ser externa.
_ No, yo tampoco soy bienvenido allí. – contesté. – Los altos mandos son peligrosos.
_ Siempre se puede dialogar. ¿Acaso no lo hemos hecho contigo?
_ No es lo mismo. No podría dialogar con ellos mas si ofrecerles su vida o, mejor dicho, su muerte. – Próspero Amigo me observó con el ceño fruncido y sus cejas levantadas.
_ Me intriga conocer su mundo Clímaco. Seguiré investigando. – confesó mientras se retiraba sin despedirse.
La realidad es que si los militares encontraban a un grupo de campesinos de la montaña, los alistarían en el ejército y probablemente los mandarían a Malvinas, o incluso los pondrían presos por haber estado escondidos. Pero no era momento de preocuparme por ellos, la realidad es que en un mes se olvidarían de todo este asunto gracias a la fiebre del olvido, solo debía retener a Amigo durante ese lapso de tiempo, al menos si quería salvar su vida. ¿Realmente quería? Bueno, de todos modos irían varios pueblerinos, y serían muchas vidas sacrificadas. Así que no me quedaba otra opción. Además el hombre no me había hecho nada malo como para desearle la muerte, aunque me cayera mal.
Llegué algo tarde a la cabaña veintitrés, Rebeca, su padre y dos personas más (una mujer de unos cuarenta y su marido, probablemente) me esperaban fuera de la cabaña. Al verme, ella esbozó una leve sonrisa y yo, cómplice, se la devolví. Saludé a todos, el padre de ella, Gustavo, era una persona de ojos tranquilos, sin barba y con el peso de unos cuantos años reflejados en su cara y el color de su pelo. Aún así se mostró siempre calmo, sereno y poco desconfiado, a diferencia de Adolfo, su progenitor.
_ ¿Día difícil para ir de pesca? – pregunté tratando de romper el hielo.
_ Difícil saberlo, el clima en el río y el bosque es totalmente diferente al de aquí. – explicó Gustavo mientras sujetaba varios utensilios para la pesca y comenzaba lo que sería la expedición. Detrás de él le seguía el matrimonio que seguro serían de mucha ayuda. Rebeca y yo íbamos últimos. Aún así la distancia entre el primero y el último, o sea yo, era relativamente corta y se podía dialogar aumentando un poco el tono de la voz.
_ Claro, esperemos que esté lindo allá afuera. – expresé. Me sorprendió la poca importancia que le dio Gustavo al hecho de que yo, un forastero sospechoso, sea amigo de su hija. Incluso no tenía problemas en que lo acompañe a pescar.
La caminata se hizo más cansina una vez que empezamos a escalar un poco la montaña. Ellos estaban bastante acostumbrados mientras que yo, lleno de humo de cigarrillos en mis pulmones, me encontraba agitado. También me había costado llegar a Unmei, el guía tenía gran estado físico y yo lo seguía como podía. Aún así no me quejé y traté de no resaltar por mi cansancio. Rebeca, a mi lado, se reía al verme tratar de disimular el dolor de muslos y la inminente respiración agitada con la boca.
_ Podemos frenar un rato si quieres. – comentó entre risas.
_ No hace falta. – respondí. - las apariencias engañan. – detrás nuestro, todavía era visible Unmei, como un hormiguero. Sería una falta de respeto parar tras haber caminado unos cuantos metros, o kilómetros, ya no sabía cual era la diferencia.
            _ Te haces el fuerte, pero eres una tortuga. Y la gigante mochila que llevas en tu espalda es tu caparazón. – tras decir eso, hasta el matrimonio esbozó unas risas, aquellas dos personas que no habían pronunciado una mísera palabra en todo el viaje se burlaban de mi, pero no me molestó. Al contrario, fue un momento divertido en el que me olvidé de lo extenuado que me hallaba.
El frío se veía cada vez más lejano, como si fuese una persona que pierdes de vista por la distancia; y el calor, una nueva que aparece en tu rango visual. Estaba nublado pero había mucha humedad, seguramente estábamos cerca del río. Tuve que sacarme mis abrigos y guardarlos en la mochila, la cual parecía un bolso de alguien que se va a mudar de ciudad. Los otros, solo llevaban unos suéteres de lana que se quitaron una vez entraron en calor. En mi caso, entre guantes, bufanda, campera y buzo, se notaba mi inexperiencia para afrontar el “normal” cambio climático entre un lugar próximo al otro.
Cuando por fin divisamos el ansiado río, el calor era sofocante. Pero le presté poca atención al clima. La naturaleza era una obra de arte. Las montañas de fondo eran el contexto perfecto para que el caudal de agua se muestre. La arena cerca de la orilla tenía un color blanquecino. El agua era bastante fresca pero nada sucia, transparente. Se podían ver los peces moviéndose contra la corriente como quien lucha en contra de un destino impuesto.
Allí había una canoa bastante espaciosa y cuidada, atada a un mástil con una soga bien gruesa para que soporte fuertes vientos y tormentas. Gustavo se puso a desatar el apretado nudo mientras el matrimonio, cuyos nombres no recuerdo, se subió a ésta. Mientras, Rebeca cargaba todas las mochilas y las herramientas de pesca en el bote, yo, con mi mirada de estúpido, observaba la situación sin decir nada. Mis sentidos seguían contemplando el hermoso paisaje que nos rodeaba, sentía la brisa cálida en mi piel, oía el murmullo del río y olfateaba el olor del aire proveniente de las más puras montañas.
_ ¿Vas a quedarte mucho tiempo más ahí? – preguntó Gustavo mientras subía a la canoa. – lo más probable es que, al igual que su hija, ahora él también pensaba que yo era una persona rara. Hice caso a sus palabras y me subí a bordo.
Si bien la notaba grande, creí que cinco personas no entrarían, pero al contrario, había lugar para un par más. Los tres varones tuvimos que remar fuertemente, a pesar de que la corriente no era abrumadora. Ya en mitad del río, lanzaron varias redes y arrojaron sus líneas de pesca con carnadas, en su mayoría, pequeñas sardinas.
Es probable que una persona normal no disfrutara de aquel momento. El sol nos abrazaba y no teníamos escapatoria. Estábamos en medio del agua, en un silencio aturdidor, recogiendo cada tanto las redes y los anzuelos. La pesca era fructífera, pero el aburrimiento hubiera llegado a cualquier persona que no estuviera acostumbrada a tanta paz. En pocas horas apenas dirigimos algunas palabras. Por mi parte, disfruté al máximo aquella tarde, necesitaba una tarde de calor, de tranquilidad. ¿Y que mejor que estar sobre un bote, pescando, a la deriva del río, sin nada ni nadie que pudiera molestarnos? Rebeca probablemente estaba cansada de hacer aquella rutina día por medio, pero a mi me encantaba. Recuerdo que la envidié por su trabajo. No estaba mal vivir de la pesca y la cacería en vez de un sueldo pobre trabajando en una penumbrosa oficina, escribiendo notas todos los días.
El sol caía lenta pero irremediablemente, algunos bostezos llegaban de Gustavo, quien seguro había madrugado ese día. La gente de Unmei era muy trabajadora y tempranera, así que no me sorprendió. Además el ambiente era tan calmo que invitaba, como el diablo a Adán a comer la manzana, a tomar una rica siesta.
Desperté cuando la canoa estaba junto a la orilla del río. En realidad fue Rebeca quien lo hizo con un par de palmadas en mi brazo. Desembarcamos todo lo que llevábamos a bordo, inclusive la numerosa cantidad de pescados que habíamos conseguido. Gustavo la ató nuevamente con la soga, nos distribuimos las cosas que había que llevar de nuevo al pueblo y comenzamos la cansina marcha. Nos esperaba subir la sierra y luego bajarla, allí se encontraba Unmei.
El firmamento terminaba de ponerse, eran cerca de las siete de la tarde. El color del cual se tiñó el paisaje era perfecto. El césped tenía un color rojizo y el cielo poseía diversas tonalidades: Roza, naranja, blanco, celeste, azul y más lejos del sol, que se escondía, se ponía negro.
Por suerte era una sierra relativamente pequeña la que había que atravesar para llegar al río, se necesitaban dos horas de ardua caminata.
Cerca de las ocho un sonido nos hizo estremecer. En la tranquilidad de la naturaleza se oyó nítidamente el aullido de un lobo. Se escuchó tan fuerte que todos nos dimos vuelta pensando que estaba detrás nuestro, pero no fue así. Quedamos paralizados unos segundos, tratando de entender la situación y, quizás, esperar otro sonido provocado por el feroz animal.
_ Se escuchó muy fuerte, debe estar cerca. – dijo Rebeca con tono asustadizo.
_ Probablemente nos haya olfateado, quizás al pescado que llevamos. – respondió uno de los pescadores que iba con nosotros.
_ Los lobos habitan en el inmenso bosque de la planicie del valle. No aquí en las sierras y montañas. – explicó Rebeca. – Además venimos a pescar seguido y nunca antes ha pasado esto.
_ Entonces ¿que hace aquí? – interferí con mi pregunta sin respuesta.
_ ¡Y yo que sé! – respondió Rebeca histéricamente. – A todo esto, Gustavo estaba parado sin decir nada. Paralizado nos escuchaba, era como un fantasma. Tenía los ojos fuertemente cerrados y su respiración más agitada de lo normal.
_ ¡Aceleremos el paso! – murmuró la señora que creo que se llamaba Julieta. Nos dimos cuenta de que andaba cerca, porque sus aullidos eran más seguidos. Hicimos caso a las palabras de la señora y comenzamos nuevamente a andar. Sin embargo, Gustavo Nirmia seguía parado, sin mover un músculo. Rebeca, asustada, retrocedió y se dirigió a su padre.
_ Papá, ¿qué te pasa? Hay que salir de aquí cuanto antes.
_ No me siento bien. – respondió él despacio. – claramente estaba paralizado por el miedo. Era normal, pero exagerado. ¿Por qué Gustavo tenía tanto temor a los lobos? No aparentaba ser de esas personas que ante una adversidad se quedan paradas sin hacer nada. Creí que sería él quien nos guiaría a Unmei, poniéndose la situación en el hombro. Pero no fue así.
_ Ernesto, ayúdame. – me gritó Rebeca. Y junto al otro hombre nos dirigimos donde la dramática situación se establecía. Tomamos por cada brazo a Gustavo y lo obligamos a avanzar caminando, casi arrastrándolo. Solo así pudimos seguir adelante. Rebeca no paraba de llorar y preguntar a su padre que le sucedía. Seguro era una situación extraña para ella y jamás lo había visto actuar así.
Avanzamos a un trote más lento de lo deseado. A mi derecha, pude ver como el feroz animal nos seguía paralelamente a un trote reducido, ya nos había alcanzado y se dejaba ver a propósito. Nuestras miradas se entrecruzaron. No hablamos el mismo idioma, pero fue una comunicación instintiva. Yo pude entenderlo a él, y él a mí. Me detuve y el lobo hizo lo mismo.
_ ¿Qué haces? – gritó Rebeca asustada, pero no respondí.
Sentí que había una atracción entre nosotros que iba más allá de idiomas, razas o lógicas. Entonces me acerqué al animal dando pasos leves, improvisados, y el canino hizo lo mismo. No apartábamos la atención el uno del otro. No nos importaba el exterior, las otras personas que nos rodeaban ni la inmensa naturaleza establecida de antemano. Pude entenderlo entonces, sus ojos eran iguales a los míos, destilaban soledad.
_ No se asusten. – dije a Rebeca y los otros. – Este lobo está solo, no viene a cazarnos – Sin embargo, ellos se mantuvieron distantes y a punto de salir corriendo.
_ ¿Como lo sabes? Los lobos siempre andan en jaurías - Explicó Doña Julieta. Sería imposible tratar de explicarles con palabras, así que avancé varios pasos más y toqué levemente al lobo en su lomo. Era un macho adulto, de unos siete años de edad, quizás. Bastante más flaco de lo normal y con algunas cicatrices de peleas viejas. Todos se quedaron atónitos ante mi proceder, parecía un especialista, cuando en realidad no sabía siquiera como tratar con un perro. Luego retrocedí, saqué uno de los numerosos pescados que habíamos conseguido y se lo regalé. El animal lo tomó con sus gruesos y afilados dientes y se perdió en la sierra. Un suspiro unánime nos rodeó luego.

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